Las actividades primarias crecieron en forma generalizada, destacándose el desempeño agrícola. La industria manufacturera también creció, impulsada por la refinación de petróleo y, en menor medida, la celulosa y actividades frigoríficas. También aumentaron los servicios financieros y comercio, alojamiento y gastronomía. En contraste, el agregado energía eléctrica, gas y agua tuvo un impacto negativo, explicado por la menor generación hidráulica.
Desde el enfoque del gasto, el crecimiento se explicó por el aumento del consumo privado y de la formación bruta de capital (por acumulación de existencias). Las exportaciones de bienes y servicios crecieron levemente, al igual que lo hicieron las importaciones, lo que implicó estabilidad a nivel de la demanda externa neta (siempre respecto a igual periodo de 2024).
El mercado laboral sigue mostrando señales positivas. En junio-agosto, aumentó la tasa de empleo, mientras que la tasa de actividad se mantuvo estable respecto al año anterior, determinando una reducción del desempleo.